Los nuevos anticoagulantes orales o anticoagulantes directos (DOAC) en 2018: Pradaxa, Xarelto, Eliqui
AnálisisLos anticoagulantes directos, denominados hasta hace muy poco nuevos anticoagulantes, llamados a sustituir paulatinamente al Sintrom, fueron recibidos inicialmente por parte de la comunidad médica, entre otros por algunas especialidades muy comprometidas en el uso y control de anticoagulantes como es la hematología (entre cuyos integrantes me encuentro), con notable reticencia.
Y no era para menos, dado que el hecho de que unos fármacos con la capacidad potencial de generar hemorragias, que en algunos casos pueden resultar discapacitantes e incluso mortales, quedaran sin ningún tipo de control, es preocupante.
Era preciso esperar a que los brillantes resultados obtenidos en los estudios preliminares, pudieran corroborarse al emplearlos en la vida real.
Afortunadamente todos los informes que van publicándose al respecto, parecen mostrar que estos buenos resultados se confirman e incluso se mejoran.
Son mejores en cuanto a capacidad antitrombótica, pero sobre todo son mejores porque conllevan un menor riesgo hemorrágico, especialmente en cuanto a la temida hemorragia intracraneal , con reducciones de riesgo que en algunos casos alcanza el 40%.
Pasan a ser así la primera indicación como tratamiento anticoagulante en la fibrilación auricular, en la trombosis venosa profunda, en el embolismo pulmonar aunque han fracasado de momento en la prevención de trombosis relativa a prótesis valvular metálica, al menos con los datos obtenidos hasta la fecha.
Parece por tanto que el uso de Pradaxa, Xarelto, Eliquis, etc. se impone en la mayor parte de los casos a los dicumarínicos como el Sintróm o la Warfarina.
Otra buena noticia al respecto es el hecho de que se haya añadido a la paleta de posibles recomendaciones, el uso de algunos de ellos como el Xarelto y el Eliquis a dosis reducidas durante períodos muy prolongados con muy bajo riesgo hemorrágico.
Esto es especialmente interesante en situaciones complejas con elevado riesgo potencial de recurrencia trombótica, en las que han sido utilizados con magníficos resultados. Resuelve situaciones en las que era realmente difícil sopesar el riesgo hemorrágico y las ventajas de administrar un anticoagulante a largo plazo.
A pesar de estas magníficas noticias, es importante de todas formas al administrarlos considerar muy seriamente que, aún siendo menor, el riesgo hemorrágico continúa siendo notable. Es por tanto recomendable una instrucción extensa y repetida al paciente sobre riesgos y beneficios del fármaco y la realización de un control periódico con analítica, que nos permita detectar por ejemplo: anemia por pérdidas silentes o una alteración de la función renal que incrementaría el riesgo hemorrágico.